17 julio 2012

GILGAMESH PARTE 3

Tablilla VIII


Humbaba

Humbaba derrotado
Al primer resplandor del alba Gilgamesh dijo a su amigo:

«Enkidu, tu madre una gacela, un onagro tu padre, te engendraron. Aquellos cuya señal son sus colas te criaron, y el ganado de la llanura y de todos los pastos. ¡Ojalá las huellas de Enkidu en el Bosque de los Cedros lloren por ti, jamás callen noche y día! Así los mayores de la amplia y amurallada Uruk lloren por ti. Llore por ti el dedo que se extienda detrás de nosotros bendiciendo. Llore por ti Y despierte ecos en la campiña como si fuera tu madre. Llore por ti [...] En cuyo centro nosotros... Llore por ti oso, hiena, pantera, tigre, ciervo, leopardo, león; bueyes, venado, cabra montés, y las criaturas salvajes del llano. Llore por ti el río Ula [...] Por cuyas riberas solíamos pasear. Llore por ti el puro Éufrates, del que sacábamos agua para el odre. Lloren por ti los guerreros de la amplia y amurallada Uruk [...] matamos el Toro... Llore por ti [...]
Quien en Eridu ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] Quien ensalzó tu nombre. Llore por ti [...] Quien proporcionó... grano para tu boca. Llore por ti [...] Quien puso ungüento en tu espalda. Llore por ti [...] Quien puso cerveza en tu boca. Llore por ti la meretriz. Que te ungió con aceite fragante. Llore por ti...] del harén que te llevó la mujer y el anillo de tu elección.
¡Lloren los hermanos por ti como hermanas [... y crezca larga su cabellera por ti [...]!»

(II)
« ¡Oídme, oh ancianos, y prestad oído a mí! Por Enkidu, mi amigo, lloro, gimiendo amargamente como una plañidera. El hacha de mi costado, confianza de mi mano, el puñal de mi cinto, el escudo delante de mí, mi túnica de fiesta, mi más rico tocado. ¡Un demonio perverso apareció arrebatándomelos!
¡Oh mi amigo menor, tú cazaste el onagro de las colinas, la pantera del llano! ¡Enkidu, mi amigo menor, cazaste el onagro de las colinas, la pantera del llano!
¡Nosotros que vencimos todas las cosas, escalamos los montes], Que prendimos el Toro y lo matamos, ¡Afligimos a Hubaba, que vivía en el Bosque de los Cedros! ¿Cuál es el sueño que se adueño de ti? ¡Ignoras y no me oyes!»

Pero no levanta sus ojos; Tocó su corazón, pero no late. Entonces veló a su amigo como una desposada [...], Arrebatado cerca de él como un león, Como una leona privada de sus cachorros. Va y viene ante el lecho, Arrancándose el pelo y esparciéndolo...], Jer 16:6; 48:37 ¡Desgarrando y diseminando su atuendo como si estuviera impuro! Al primer arrebol del alba, Gilgamesh...].
Entonces Gilgamesh envió un pregón al país: «Oh forjador [...], Batidor de cobre, aurífice, lapidario: ¡Haced a mi amigo [...]! » Entonces formó una estatua para su amigo, el amigo cuya estatura [...]:

« [...], de lapislázuli es tu pecho, de oro tu cuerpo, [...]».

(III)
«Un lecho de honor te hice ocupar, te coloqué en el asiento de la holgura, en el asiento de la izquierda, para que los príncipes de la tierra besaran tus pies. Haré que las gentes de Uruk lloren por ti y se lamenten, Que el pueblo alegre gima por ti. Y, cuando te hayas ido, cubriré mi cuerpo de pelo intonso y, vistiendo una piel de león, erraré por la estepa.»

Al primer arrebol del alba, Gilgamesh aflojó su banda [...].

Nota: (El resto de la tablilla falta o su estado fragmentario impide su traducción, salvo en el caso de las líneas siguientes)

(V)
Al primer resplandor del alba, Gilgamesh formó [...], sacó una ancha mesa de madera elammaqu, llenó de miel una jarra de cornerina, llenó de requesón una jarra de lapislázuli, [...] decoró y expuso al sol.

Enkidu

Enkidu con Gilgamesh

Tablilla XI

Por Enkidu, su amigo, Gilgamesh llora sin duelo, mientras vaga por el llano:

«Cuando muera, ¿no seré como Enkidu? El espanto ha entrado en mi vientre. Temeroso de la muerte, recorro sin tino el llano. Hacia Utnapishtiml, hijo de Ubar-Tutu, para avanzar velozmente he emprendido el camino. Al llegar de noche a los pasos de la montaña, vi el león y me amedrenté, levanté mi cabeza hacia Sin para rezar. A [...] de los dioses fueron mis plegarias. ¡[...] tú presérvame!»

De noche, mientras reposaba, despertóse de un sueño. [Había...], jocundos de vida. Enarboló el hacha en su mano, Tiró del puñal de su cinto.
Como una flecha descendió entre ellos. Los hirió y los acuchilló.

Nota: (El resto de la tablilla IX nos relata las aventuras de Gilgamesh, que atraviesa con éxito las tinieblas de la cordillera de Masu, custodiada por hombres escorpiones.)

Tablilla X
(Esta tablilla, que narra el progreso de Gilgamesh en busca de la inmortalidad, se halla representada por cuatro versiones distintas. No obstante, dos de ellas, la hitita y la hurrita, se conservan en fragmentos tan inconexos, que impiden una traducción corrida e inteligible. En cambio, existen considerables porciones utilizables en las recensiones Babilónica Antigua y Asiria.)


Presentamos aquí dos fragmentos del poema de Gilgamesh junto con algunos versículos que aparece en la Biblia (Génesis VI-VIII). El poema data del III milenio a.C., mientras que el relato bíblico es aproximadamente del siglo VI a.C.




Izdubar o Gilgamesh o Bilgamesh

                                Tablilla XI
Gilgamesh le dijo, a Utnapishtim el Lejano:

«Cuando te miro, Utnapishtim, Tus rasgos no son extraños; incluso como yo eres. Tú no eres extraño; antes bien, como yo eres. ¡Mi corazón te había imaginado como resuelto a batallar, pero descansas indolente sobre tu dorso! Dime, ¿cómo te sumaste a la Asamblea de los dioses, en tu busca de la vida eterna?»

Utnapishtim dijo a él, a Gilgamesh:

«Te revelaré, Gilgamesh, una materia oculta Y un secreto de los dioses te diré: Suruppak -ciudad que tú conoces Y que en las riberas del Éufrates está situada -, esa ciudad era antigua como lo eran los dioses de su interior, cuando sus corazones impulsaron a los grandes dioses a suscitar el diluvio. Estaban Anu, su padre, que ordenó el juramento de no revelar lo que allí se hablara; el valiente Enlil, su consejero; Ninurta, su asistente; Ennuge, su irrigador. Ninigiku - Ea (el sabio príncipe) también estaba presente con ellos, bajo el juramento del silencio;

Así que repitió su parlamento a la Choza de cañas:

"¡Choza de cañas, choza de cañas! ¡Pared, pared! ¡Choza de cañas, escucha! ¡Pared, vibra! Hombre de Suruppak, hijo de Ubar-Tutu, ¡Demuele esta casa, y construye una nave! Renuncia a las posesiones, y busca la vida.  ¡Desiste de bienes mundanales y busca la vida de los seres vivientes! A bordo de la nave lleva la simiente de todas las cosas vivas.
El barco que construirás, sus dimensiones deben medir por igual, igual será su amplitud y su longitud. Como el Apsu lo techarás".

Gen 6:14, Gen 6:15, Gen 6:19-20: Haz para ti un arca de maderas bien acepilladas: en el arca dispondrás celdillas, y las calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y has de fabricarla de esta suerte: la longitud del arca será de trescientos codos, la latitud de cincuenta, y de treinta codos su altura. [...] Y de todos los animales de toda especie meterás dos en el arca, macho y hembra, para que vivan contigo.
 
Entendí y dije a Ea, mi señor:

"He aquí, mi señor, lo que así ordenaste tendré a honra ejecutar. Pero,  ¿qué contestaré a la ciudad, a la gente y a los ancianos?”

Ea abrió su boca para hablar, diciendo a mí, su servidor: En tal caso les hablarás así:

"He sabido que Enlil me es hostil, de modo que no puedo residir en vuestra ciudad, Ni poner mi pie en el territorio de Enlil. Por lo tanto, a lo profundo bajaré, Para vivir con mi señor Ea. Pero sobre vosotros derramará la abundancia, Los pájaros selectos, los más excelentes peces. La tierra se colmará de riqueza de cosechas. Aquel que en el ocaso ordena las vainas verdes, verterá sobre vosotros una lluvia de trigo".

Al primer resplandor del alba, la gente de la región se juntó a mí alrededor.
(50-53 demasiado fragmentario para ser traducido)

El carpintero trajo su hacha, el artesano de las cañas trajo su piedra de trabajo, [...]  Los pequeños llevaban brea, al paso que los grandes transportaban el resto de lo necesario. Al quinto día tendí su maderamen. Un acre entero era el espacio de su suelo, diez docenas de codos la altura de cada pared, Gen 6,15 Diez docenas de codos cada borde del cuadrado. Preparé los contornos y lo ensamblé. Lo proveí de seis puentes, dividiéndolo así en siete pisos. Cada piso lo dividí en nueve compartimentos. Clavé desaguaderos en él. Me procuré pértigas y acopié suministros. Seis medidas "sar" de betún eché en el horno, Gen 6,14. Tres "sar" de asfalto también eché en el interior, Tres "sar" de aceite los portadores de cestas transportaron, aparte de un "sar" de aceite que la calafateadura consumió, Y los dos "sar" de aceite que el barquero estibó.

Bueyes maté para la gente, y sacrifiqué ovejas cada día. Mosto, vino rojo, aceite y vino blanco di a los trabajadores para beber, como si fuera agua del río, para que celebrasen como en el Día del Año Nuevo. Abrí...] ungüento, aplicándolo a mi mano. Al séptimo día el barco estuvo completo.
La botadura fue ardua, tuvieron que formar una pista de rodillos que llevaban de atrás adelante, hasta el punto de que hubieron de cambiar las planchas de encima y de debajo, hasta que dos tercios de la estructura entraron en el agua. Cuanto tenía cargué en él; cuanta plata tenía cargué en él; cuanto oro tenía cargué en él; cuantos seres vivos tenía cargué en él. Toda mi familia y parentela hice subir al barco. Las bestias de los campos, las salvajes criaturas de los campos, Todos los artesanos hice subir a bordo.

Gen 6,21, Gen 7,7-8, Gen 7,13-16: Por tanto tomarás contigo toda especie de comestibles, y los pondrás en tu morada, y te servirán tanto a ti como a ellos de alimento. [...] En el plazo señalado del día dicho, entró Noé con Sem, Cam y Jafet, sus hijos, su mujer, y las tres mujeres de sus hijos con ellos, en el arca.

Samas o Shamash me había fijado un tiempo:

"Cuando aquel que ordena la intranquilidad nocturna, Envíe una lluvia de tizón, ¡Sube a bordo y clava la entrada! Aquel tiempo señalado llegó: "Aquel que ordena la intranquilidad nocturna, envía una lluvia de tizón".

Aquel tiempo señalado llegó: por la mañana, hizo que llovieran panes, y por la noche trigo. Contemplé la apariencia del tiempo. El tiempo era espantoso de contemplar. Subí al barco y clavé la entrada. Por haber calafateado el barco, a Puzur-Amurri, el barquero, cedí la estructura con su contenido.

Nota: [En otros textos, Utnapishtim le entrega al barquero, que cierra la escotilla por fuera, una tablilla nombrándolo heredero de todos sus bienes que quedan atrás.]
[...] Y el Señor lo cerró por la parte de afuera.

Al primer resplandor del alba, una nube negra se alzó del horizonte.
En su interior Adad truena, mientras Sullat y Hanis van delante, moviéndose como heraldos sobre colina y llano. Erragal arranca los postes; avanza Minurta y hace que los diques se desborden.

Los Anunnaki levantan las antorchas, encendiendo la tierra con su fulgor. La consternación por los actos debido a Adad llega a los cielos, pues volvió en negrura lo que había sido luz. La vasta tierra se hizo añicos como una vasija. Durante un día el viento del sur sopló, más y más fuerte, sumergiendo los montes, atrapando a la gente como un batalla. Nadie ve a su prójimo, no pueden reconocerse unos a otros en el torrente.
Los dioses se aterraron del diluvio, y, retrocediendo, ascendieron al cielo de Anu. Los dioses se agazaparon como perros acurrucados contra el muro exterior.

Istar gritó como una mujer en sus dolores, la señora de dulce voz de los dioses gime:

"Los días antiguos se han trocado, ¡ay!, en arcilla, Porque hablé maldad en la Asamblea de los dioses. ¿Cómo pude hablar maldad en la Asamblea de los dioses, ordenando batalla para destrucción de mi gente, ¡No tardé más en dar a luz a mi querido pueblo de lo que él tarda ahora en llenar el mar como los peces! "

Los dioses Anunnaki lloran con ella, los dioses, humildemente, están sentados y lloran, con los labios ardientes, muertos de sed, [...] uno y todos. Seis días y seis noches sopla el viento del diluvio, mientras la tormenta del sur barre la tierra. Al llegar al séptimo día, la tormenta del sur transportadora del diluvio amainó en la batalla, que había reñido como un ejército. El mar se aquietó, la tempestad se apaciguó, el diluvio cesó. Contemplé el tiempo: la calma se había establecido, Y toda la humanidad había vuelto a la arcilla. El paisaje era llano como un tejado plano.

Gen 7:11, Gen 7:23, Gen 8:1-2, Gen 8:21: Pasados los siete días, las aguas del diluvio inundaron la Tierra. [...] Entonces vino el diluvio por espacio de cuarenta días sobre la tierra, y crecieron las aguas. [...] y todo cuanto en la tierra tiene aliento de vida, todo pereció. [...] Y las aguas dominaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.


Abrí una escotilla y la luz hirió mi rostro. Inclinándome muy bajo, me senté y lloré, Deslizándose las lágrimas por mi cara. Miré en busca de la línea litoral en la extensión del mar: cada catorce leguas emergía una comarca montañosa.

En el Monte Nisir el barco se detuvo. El Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento, un primer día, un segundo día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Un tercer día, un cuarto día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Un quinto y un sexto día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Al llegar el séptimo día, envié y solté una paloma.

La paloma se fue, pero regresó; puesto que no había descansadero visible, volvió. Entonces envié y solté una golondrina. La golondrina se fue, pero regresó; puesto que no había descansadero visible, volvió. Después envié y solté un cuervo. El cuervo se fue y, viendo que las aguas habían disminuido, come, se cierne, grazna y no regresa.

Gen 8,4, Gen 8,6, Gen 8,7, Gen 8,8-10 Dios, entre tanto, teniendo presente a Noé, y a todos los animales, y a todas las bestias que estaban con él en el arca, hizo soplar  el viento sobre la tierra, con que se fueron disminuyendo las aguas. [...] Y el arca, a los veintisiete días del mes séptimo, reposó sobre los montes de Armenia. Las aguas iban menguando de continuo, pues en el primer día de este mes se descubrieron las cumbres de los montes. Pasados después cuarenta días, abriendo Noé la ventana que tenía hecha en el arca, despachó al cuervo, el cual no volvió hasta que las aguas se secaron sobre la tierra. Envió también después de él la paloma, para ver si ya se habían acabado las aguas en el suelo de la tierra, la cual, no hallando donde posarse, volvió a él, al arca, porque había agua sobre toda la tierra [...] 

Entonces dejé salir todo a los cuatro vientos Y ofrecí un sacrificio.

Vertí una libación en la cima del monte. Siete y siete vasijas cultuales preparé, sobre sus trípodes amontoné caña, cedro y mirto.
Los dioses olieron el sabor, los dioses olieron el dulce sabor, los dioses se apiñaron como moscas en torno al sacrificio.

Cuando, al fin, la gran diosa llegó, alzó las grandes joyas que Anu había labrado, para su disfrute:

"Dioses, tan cierto como este lapislázuli que está en mi cuello, no olvidaré, recordaré estos días, sin jamás olvidarlos. Vengan los dioses a la ofrenda; pero no acuda Enlil a la ofrenda, porque, sin razón y sin respeto alguno, causó el diluvio Y a mi pueblo condenó a la destrucción".

Gen 8,19-20, Gen 8,21: Salió, pues Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, como también salieron del arca todos los animales [...] Y edificó Noé un altar al Señor y, cogiendo de todos los animales y aves limpias, ofreció holocaustos sobre el altar. Y el Señor se complació en aquel olor de suavidad, y dijo: «Nunca más maldeciré la tierra por las culpas de los hombres» 

Cuando finalmente llegó Enlil, y vio el barco, Enlil montó en cólera, Le invadió la ira contra los dioses Igigi:

"¿Escapó algún ser vivo o alma viva? ¡Ningún hombre debía sobrevivir a la destrucción!"

Ninurta abrió la boca para hablar, diciendo al valiente Enlil:

"¿Quién, salvo Ea, puede maquinar proyectos? Sólo Ea que conoce todo, podía idear algo así"

Ea abrió la boca para hablar, diciendo al valiente Enlil:

"Tú, el más sabio de los dioses, tú, héroe, ¿Cómo pudiste, irrazonablemente, sin respeto alguno, causar el diluvio? ¡Al pecador impón sus pecados, al transgresor impón su transgresión!
¡Sin embargo, sé benévolo para que la humanidad no sea cercenada! ¡Sé paciente para que no sea desplazada, no muera!
En lugar de traer tú el diluvio, Ez 14,13-21 ¡Ojalá un león hubiera surgido para disminuir la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio, ¡Ojalá un lobo hubiera surgido para disminuir la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio, ¡Ojalá un hambre hubiera surgido para menguar la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio, ¡Ojalá una pestilencia hubiera surgido para herir a la humanidad!
No fui yo quien reveló el secreto de los grandes dioses.
Yo solo dejé que Atrahasis viese un sueño, y percibió el secreto de los dioses.
¡Reflexiona ahora en lo que le atañe!"

A esto Enlil subió a bordo del barco. Cogiéndome de la mano, me subió a bordo. Subió mi mujer a bordo e hizo que se arrodillara a mi lado. De pie entre nosotros, tocó nuestras frentes para bendecirnos:

"Hasta ahora Utnapishtim fue tan sólo humano. En adelante Utnapishtim y su mujer serán como nosotros dioses. ¡Utnapishtim residirá lejos, en la boca de los ríos!"

Así me cogieron y me hicieron residir lejos, En la boca de los ríos. Pero ahora, ¿quién por ti convocará los dioses a la Asamblea, para que encuentres la vida que buscas? ¡Ea!, no concilies el sueño Durante siete días y siete noches».

Mientras allí se sienta sobre sus nalgas, El sueño le aventa como el torbellino.
Utnapishtim dice a ella, a su esposa:

« ¡Contempla a este héroe que busca la vida! El sueño le envuelve como una niebla».

Su esposa dice a él, a Utnapishtim el Lejano:

«Tócale para que el hombre despierte, Para que regrese salvo por el camino que le trajo, para que por la puerta que salió pueda regresar a su país».

Utnapishtim dice a ella, a su esposa:

«Puesto que engañar es humano, él procurara engañarte. Gen 8,21 Anda, prepara obleas para él, ponlas junto a su cabeza, y señala en la pared los días que duerme».

Elaboró para él obleas, púsolas junto a su cabeza, Y señaló en la pared los días que dormía. La primera oblea se ha secado, la segunda se estropeó, la tercera está húmeda; la superficie de la cuarta blanquea; la quinta se cubre de moho, la sexta aún conserva su color reciente; la séptima - en cuanto le tocó, despertóse el hombre.

Gilgamesh dijo a él, a Utnapistim el Lejano:

« ¡Apenas el sueño me ha invadido, Cuando me tocas y me despiertas!»

Utnapishtim dice a él, a Gilgamesh:

« Vamos, Gilgamesh, cuenta tus obleas, que los días que dormiste sean conocidos de ti: Tu primera oblea se ha secado, la segunda se estropeó, la tercera está húmeda; la superficie de la cuarta blanquea; la quinta se cubre de moho, la sexta aún conserva su color reciente. La séptima – en este instante te despertaste».

Gilgamesh dijo a él, a Utnapishtim el Lejano:

« ¿Qué haré, Utnapishtim; adónde iré, ahora que el Despojador hace presa en mis miembros? En mi alcoba acecha la muerte, ¡Y doquiera que pongo mi pie está la muerte!»

Utnapishtim dice a él, a Urshanabi, el barquero:

«Urshanabi, ¡que el desembarcadero no tenga contento en ti, así como el lugar de travesía a ti renuncie! ¡A aquel que vaga en su playa, niégale su playa! Al hombre que trajiste aquí, cuyo cuerpo está cubierto de suciedad, la gracia de cuyos miembros pieles desfiguraron, lleva Urshanabi, y condúcele al lugar del baño. Que se libre de su suciedad con agua limpia como la nieve, que se despoje de sus pieles y el mar las arrastre, que la belleza de su cuerpo se pueda ver. Haz que renueve la banda de su cabeza, deja que se ponga un manto o ropajes reales digno de él, para vestir su desnudez, que llegue a su ciudad, que concluya su viaje. ¡Que su manto no tengan manchas, siendo totalmente nuevo!»

Urshanabi le llevó y condujo al lugar del baño. Se lavó la suciedad con agua limpia como la nieve. Se despojó de sus pieles, el mar las arrastró, para que la belleza de su cuerpo se viese. Renovó la banda que ceñía su cabeza, se puso un manto para vestir su desnudez, para que llegase a su ciudad, para que concluyese su viaje. El manto no tenía color de moho, siendo totalmente nuevo.

Gilgamesh y Urshanabi subieron a la barca, lanzaron la barca a las olas y zarparon.

Su esposa dice a él, a Utnapishtim el Lejano:

«Gilgamesh vino aquí, penando y esforzándose. ¿Qué le entregarás para que regrese a su tierra?»

A aquello, él, Gilgamesh, levantó su pértiga, Para acercar la barca a la playa.

Utnapishtim dice a él, a Gilgamesh:

«Gilgamesh, viniste aquí, penando y esforzándote. ¿Qué te entregaré para que regreses a tu tierra? Revelaré, oh Gilgamesh, una cosa oculta, Y un secreto de los dioses te diré: Esta planta, como el cambrón es su [...]. Sus espinas pincharán tus manos como la rosa. Si tus manos obtienen la planta, tú hallarás nueva vida».

En cuanto Gilgamesh oyó esto, abrió la cañería, ató piedras pesadas a sus pies. Le bajaron a lo profundo y vio la planta. Cogió la planta, aunque pinchó sus manos. Cortó las piedras pesadas de sus pies. El mar le lanzó a la orilla.

«Urshanabi, esta planta es una planta contra la decadencia, por la que un hombre puede reconquistar el aliento de su vida. La llevaré a la amurallada Uruk, haré que un anciano la coma para probarla. Su nombre será "El Hombre se hace Joven en la Senectud"  o El anciano se rejuvenece” (Shibu issakhir amelu). Yo mismo la comeré Y así volveré al estado de mi juventud».

Después de veinte leguas comieron un bocado, después de treinta leguas más se prepararon para la noche. Gilgamesh vio un pozo cuya agua era fresca. Bajó a bañarse en el agua. Una serpiente olfateó la fragancia de la planta; salió del agua y arrebató la planta. Al retirarse mudó de piel.

Nota: La serpiente que arrebata la inmortalidad a Gilgamesh (y a todos los hombres con quienes pensaba compartirla) es probablemente "la misma" que desencadena la expulsión de Adán y Eva del Edén, impidiendo que lleguen a comer del Árbol de la Vida, que les hubiera dado la inmortalidad. Y dijo [el Señor]: "Ved ahí a Adán, que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal, ahora, pues, echémoslo de aquí, no sea que alargue su mano y tome también del fruto del árbol de la vida, y coma de él, y viva para siempre.

A esto Gilgamesh se sienta y llora, Las lágrimas se deslizan por su cara. Cogió la mano de Urshanabi, el barquero:

« ¿Para quién, Urshanabi, mis manos trabajaron? ¿Por quién se gasta la sangre de mi corazón? No obtuve una merced para mí. ¡Para el león de tierra logré una merced! ¡Y la marea la llevará a veinte leguas de distancia! Cuando abrí la cañería y [...] el año, hallé lo que se había puesto como señal para mí:
¡Me retiraré, y dejaré la barca en la orilla!»

Después de veinte leguas comieron un bocado, Después de treinta leguas más se prepararon para la noche. Cuando llegaron a al amurallada Uruk, Gilgamesh dijo a él, a Urshanabi, el barquero:

"Anda, Urshanabi, ve a las almenas de Uruk. Inspecciona la terraza, examina sus ladrillos, ¡Si su obra no es de ladrillo quemado, y si los Siete Sabios no echaron sus cimientos! Un `sar' es ciudad, un `sar' huertos, un `sar' tierra marginal; además el recinto del Templo de Ishtar. Tres `sar' y el recinto incluida Uruk".

(La tablilla XII se omite en este extracto, porque es un apéndice sin conexión con el poema propiamente dicho.)

Gilgamesh


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Ya en el Más Allá, a Gilgamesh -a quien le deniegan el derecho a ser inmortal- se le ha hecho Juez supremo. Tras diferentes sueños, en uno de los cuales el dios Enlil le comunica la muerte (¡Gilgamesh, tu destino ha sido reinar, pero no vivir para siempre!), el texto alude a la construcción de una tumba colectiva, erigida en el lecho desecado del río Éufrates, cuyas aguas han sido desviadas, tumba destinada para Gilgamesh, sus esposas, sus concubinas y sus hijos predilectos, aparte de sus sirvientes y sus enseres más queridos. Finalizada la misma, y ya en ella introducidos el rey vivo y su comitiva, se procedió al sellado de la misma, tras lo cual las aguas del río la inundaron. La población de Uruk lloró amargamente aquella muerte.

Con aquel suicidio se testimoniaba una de las costumbres del tercer milenio antes de Cristo más crueles de Mesopotamia, cual era la de los asesinatos rituales sufridos por los acompañantes y servidores de los monarcas, cuyo ejemplo puede verse en las tumbas reales de Ur y sus famosos “pozos de la muerte”.

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